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PRONUNCIAMIENTO
En Proyecto UMA expresamos nuestra profunda preocupación y rechazo al Pronunciamiento N° 30112024 emitido por el “Colegio de Psicólogos del Perú, Consejo Directivo Regional I Lima” (entidad que debe diferenciarse del Colegio de Psicólogos del Perú, Consejo Directivo Nacional). Dicho documento presenta argumentos insostenibles desde un enfoque multidisciplinario, especialmente en los campos de la psicología, psiquiatría y psicoanálisis. Aborda prácticas sociales y culturales históricamente cambiantes (matrimonio, crianza, vínculos afectivos, formas de comunicación) como si fueran atemporales y naturales, utilizando interpretaciones tergiversadas de teorías naturalistas, como la evolución y la selección natural. Al reducir fenómenos humanos complejos a explicaciones biologicistas simplistas, se fomenta una visión irresponsable, carente de evidencia sólida, que puede dañar gravemente la integridad física y mental de las personas.
Hay un consenso científico actual que reconoce, como parte de la condición humana, la sexualidad como una dimensión multifacética. La homosexualidad, despatologizada por la OMS hace décadas, es considerada una expresión más de la diversidad sexual, y así se sostiene actualmente en clasificaciones internacionales (DSM y CIE). Organismos como la ONU, OPS y APA denuncian las terapias de conversión como carentes de base científica y dañinas, pues sí hay evidencia de que inducen a la depresión, la ansiedad y el riesgo suicida. Estas prácticas son consideradas éticamente inaceptables por la Asociación Mundial de Psiquiatría y catalogadas como una forma de tortura por el Parlamento Europeo. En América Latina, varios países ya protegen la diversidad sexual como un derecho fundamental (Brasil, México, Colombia, Chile, Uruguay, Argentina, entre otros).
Las interpretaciones infundadas, como las del mencionado pronunciamiento, confunden y consolidan prejuicios y prácticas discriminatorias en la población en general. Además, permite que colegas o instituciones promuevan cursos, capacitaciones o terapias de conversión incompatibles con la ética de las profesiones de salud mental. Nuestro enfoque debe centrarse en el respeto a la integridad y diversidad humanas.
Por ello, hacemos un llamado a la comunidad de psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas a exigir la rectificación de este pronunciamiento y a fomentar en la sociedad reflexiones basadas en evidencia. Es imperativo que el Colegio de Psicólogos del Perú, Consejo Directivo Nacional, se pronuncie sobre dicho comunicado y aclare la duplicidad de representaciones, pues confunde e induce a errores. Urge la adopción de políticas públicas que respeten la dignidad de todas las personas, promoviendo un desarrollo personal pleno y libre de discriminación.
Nuestro compromiso con los derechos humanos debe ser inquebrantable y ladignidad de las personas debe estar a la base de toda intervención psicológica.
2 de diciembre de 2024
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A LA OPINIÓN PÚBLICA
Y A LA COMUNIDAD PSI
Desde inicios de diciembre estamos viviendo uno de los episodios más convulsos de nuestra historia reciente.
Expresamos públicamente lo que venimos constatando en la atención psicológica: la grave rotura del tejido social y el estado de consternación por la violencia desatada. Asimismo, necesitamos sumarnos a las condolencias por los 27 peruanos que murieron por la represión estatal y solidarizarnos con sus familias, amigos y comunidades, marcados ahora por un dolor injusto. Nos pesa e indigna más que haya víctimas adolescentes y jóvenes, sus tempranas muertes son signo de la fragilidad de la vida en el Perú.
Sobre la situación, en primer lugar, nos posicionamos contra la represión de las fuerzas del orden y la acusación rápida y vejatoria que viene justificándola (“vándalos”, “terroristas”). La evidencia señala el uso de perdigones de metal y balas, tal como denuncian organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales. Saludamos, por eso, que el Ministerio Público haya emprendido la investigación de los hechos, especialmente a los responsables por la matanza en Ayacucho. No es una acción menor dado que la región está marcada a sangre y fuego por el Conflicto Armado Interno. Las 27 muertes no deben quedar impunes.
En segundo lugar, rechazamos el uso del “terruqueo” para deslegitimar la protesta social, que es un derecho y una vía necesaria que revitaliza las democracias. El insulto de “terrorista”, además erróneo política y legalmente, también lastima psíquicamente a las personas y las agravia moralmente. No es estigmatizando que nos hacemos mejores personas o que construimos una mejor sociedad. El manoseo del término banaliza la gravedad del terror y normaliza la mentira y la falta de respeto hacia las personas. Se nos hizo costumbre distorsionar los hechos, insinuar malas intenciones en el otro o abiertamente insultarnos. El “terruqueo” y toda forma de ataque verbal nos revela rígidos y autoritarios, intolerantes con las discrepancias políticas. Debemos preguntarnos si es así como queremos ser.
También manifestamos, en tercer lugar, nuestra preocupación por la falta de partidos y liderazgos amplios y convocantes. Son comprensibles las expresiones de ira y frustración cuando muchos derechos fundamentales son conculcados, pero en democracia -por más precaria que sea- debemos insistir en hacer política y rechazar la ira destructiva en reemplazo de la palabra o el reconocimiento de la vida del otro. Así, por ejemplo, si bloquear una carretera es una medida de fuerza para hacerse escuchar, la retención de personas o impedirles el acceso al agua y alimentos terminan siendo acciones contradictorias. Es un contrasentido defender derechos desinteresándonos por la suerte de otros. El trato humanitario nunca deslegitima o debilita la movilización; al contrario, nos reafirma en la práctica de los valores que demandamos. Nos parece necesario, entonces, obligarnos a desarrollar las consecuencias que se desprenden de enunciados que idealizan la violencia, pues terminan justificándola y afianzándola como sentido común. Esto luego autoriza su práctica y cualquiera puede sentirse avalado de ejercerla a discreción. En la intimidad y en las calles, la existencia del otro siempre nos impone un límite que debemos incorporar. Urge, entonces, que volvamos a la acción política y hacer que la ley y la ética se reanuden, sobre todo ahora que estamos ante la posibilidad, muy concreta, de instalarse un gobierno cívico-militar.
Finalmente, expresamos que nuestra labor nos permite ver el daño producido por la precariedad y el abandono social. La vulneración de derechos fundamentales desidentifica a las personas y a los grupos, coacta subjetividades y promueve reacciones desorganizadas, lo que socaba la confianza en el otro y torna inviable el sentimiento de conjunto. Sin justicia social no construimos bien común. La salud mental no florece en la desigualdad y la inequidad. No tenemos más camino que aceptar el diálogo: Lo contrario es apostar a probar fuerzas y destruirnos hasta el final.
® Proyecto UMA
2022 | Lima, Perú